Lealtades

El pragmatismo político, tan rentable en los últimos años, vino a dar al traste con un valor fundamental no sólo en este ámbito, sino en la vida misma. La lealtad.
Y así como la moral quedó en el árbol que da moras, la lealtad quedó en el recuerdo de la disciplina, la institucionalidad y el respeto a las formas. Todo lo que mantuvo vivo al PRI por más de ocho décadas, hasta que… se fue al traste.
Y no, no estoy melancólica o nostálgica.
Escribo esto porque me parece que el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina está observando esa película muy de cerca.
¿Cuántos le habrán dejado de enviar mensajes en las últimas semanas?
¿Cuántos habrán dejado de decirle “mi hermano”?
¿Cuántos empezaron a coquetear en la “Feria de las Deslealtades”?
¿Cuántos, incluyó, ya hasta lo criticaban?
Yo no lo sé. Pero tengo la certeza que él y su equipo cercano, sus amigos, sí.
¿Serán los mismos que luego del anuncio de la próxima presidenta Claudia Sheinbaum ya regresaron a mandarle afectuosos mensajes a diario?
¿Los que nuevamente corren a tomarse la foto con él?
Supongo que sí.
Sólo olvidan un detalle. El barco de la confianza zarpó sin ellos.
Oficio político
Por cierto, quien sí conoce de lealtades y reglas políticas es el secretario de Gobernación, Javier Aquino Limón, quien esta semana logró destrabar el conflicto con los ejidatarios que por casi tres días cerraron las principales autopistas de Puebla y que son la conexión con el sur, sureste de nuestro país.
Javier Aquino tiene virtudes fundamentales en esto del oficio político, una es su capacidad de conciliación, otra la de escucha y prudencia.
Sabe perfectamente identificar tiempos y personajes. Por eso encontró qué camino recorrer para regresar las vialidades a su habitual y libre tránsito.
Jésica Baltazares
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Editor: JNL