Universidades privadas, el valor de la educación | Poder de Mujer



Con el próximo regreso a clases, diversos medios han publicado los montos de las colegiaturas en las principales universidades particulares de Puebla. Los costos semestrales en estas instituciones no bajan de los 115 mil pesos en promedio y pueden llegar hasta los 165 mil o más. Esta situación ha desatado numerosas críticas, que, con o sin razón, son propias de la temporada.

Para un alto porcentaje de la población, estos costos resultan excesivos y por tanto son inalcanzables.

Pero más allá del impacto inicial que causan las cifras, surge una pregunta crucial ¿vale la pena pagar estos montos? ¿El servicio recibido justifica el costo?

Vamos por puntos.

Las universidades privadas suelen prometer una serie de beneficios que justifican sus altos costos. Entre ellos, destacan:

  • Infraestructura de primera. Laboratorios equipados con tecnología de punta, bibliotecas con amplias colecciones y acceso a recursos digitales, instalaciones deportivas y campus diseñados para ofrecer un ambiente óptimo para los estudiantes.
  • Calidad académica. Profesores con alto grado y experiencia en sus campos, programas de estudio actualizados, así como metodologías de enseñanza innovadoras.
  • Oportunidades de Networking. Conexiones con empresas líderes, programas de prácticas profesionales, ferias de empleo y una red de exalumnos bien posicionados en el mercado laboral.
  • Servicios complementarios. Tutorías personalizadas, orientación vocacional, apoyo psicológico, actividades extracurriculares y programas de intercambio internacional.

Sin embargo, la verdadera medida del valor de estas universidades radica en el retorno de la inversión. Esto lleva a evaluar qué tanto estos costos se traducen en ventajas significativas para los egresados.

Los egresados de estas universidades suelen tener una mayor tasa de empleabilidad y salarios más altos. Es decir que, de acuerdo a estudios de casos, un título de una universidad de prestigio podría abrir puertas a oportunidades laborales exclusivas y bien remuneradas. Pero la realidad no siempre concuerda con esta premisa, al menos no en todos los casos.

La formación en una universidad privada no solo se limita al ámbito académico. Los estudiantes desarrollan habilidades blandas, como liderazgo, trabajo en equipo, y pensamiento crítico, que son altamente valoradas en el mercado laboral.

Además, muchas universidades privadas fomentan el espíritu emprendedor y la innovación, proporcionando a los estudiantes las herramientas y apoyo necesarios para iniciar sus propios negocios.

Sin embargo, a pesar de los beneficios mencionados, es importante reconocer que la educación privada no es la única vía hacia el éxito. La realidad es que el acceso a estas instituciones está limitado. Además, la calidad de la educación no siempre está garantizada por el precio; hay universidades públicas de excelencia que ofrecen una formación comparable o superior sin los costos ya mencionados.

En Puebla, la BUAP da cuenta de ello. Al tratarse de una de las mejores y más reconocidas universidades públicas a nivel nacional e internacional.

Y, en última instancia, la decisión de invertir en una universidad privada depende de múltiples factores, que van desde expectativas personales, la situación económica familiar, y las oportunidades profesionales específicas del campo de estudio elegido. Para algunos, los beneficios obtenidos pueden justificar plenamente el costo. Para otros, las universidades públicas y alternativas educativas pueden ofrecer un camino igualmente válido y menos oneroso.

La cuestión no es simplemente si vale la pena pagar por una universidad privada, sino si hay disposición a cuestionar y redefinir los criterios de valor y calidad en la educación superior.

Finalmente, lo más importante es la convicción y determinación personal y familiar sobre el futuro académico de los jóvenes, así como si el pago de colegiaturas se observa como una inversión a futuro o no.

Afortunadamente en Puebla, hay opciones y oportunidades para todo el que desee ingresar a la educación superior, privada o pública.

Por: Jésica Baltazares

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